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Review: De noche con el Diablo una experiencia que enriquece el cine de terror

Por: El Juguero | 08 - 07 - 2024

Por Diego Abanto

En la noche de Halloween de 1977, Jack Delroy, conductor de “Night Owls”, decide arriesgarse y jugar con los márgenes de las reglas para mantenerse al aire. Delroy, un eterno segundón y una suerte de Jimmy Fallon setentero, ha caído en tragedia tras la muerte de su esposa y permanece sostenido solo por su programa. Lo que parecía ser un inocente especial de Halloween se vuelve una exhibición de actividad paranormal y empujado por la ambición de Delroy y su productor, se convierte en una lucha por la permanencia del programa. Desde médiums hasta una literal entrevista con un demonio, poco a poco el descenso del programa acompaña la clara pérdida de rumbo de su conductor.

Durante la película no hay dudas, sólo experiencias. Así escribía Roger Ebert sobre The Exorcist (William Friedkin, 1973). Tras terminar “De noche con el Diablo” (Late Night With the Devil) no pude evitar pensar en esa crítica. Es inevitable pensar que una película de terror tiene que envolverte en su ficción y jamás permitirte cuestionar todo. ¿Qué es el cine sino una experiencia? El terror, en ese sentido, funciona en tanto se sabe no-real pero siembra la duda de si pudiera serlo. Esto vino a ser confrontado tras la aparición del found-footage.

Películas como The Blair Witch Project (1999) o Paranormal Activity (2007) funcionan en tanto, con un elenco desconocido, la duda es si acaso estamos viendo algo real pero casi siempre reflejado entre el slasher y lo paranormal. Late Night With the Devil se apoya bajo lo segundo pero lleva esto a otro nivel: bajo la modalidad de found-footage, el espectador se podría volver una de las personas que habría sintonizado Night Owls en los setenta y vemos con lujo de detalles el caos desenvolverse alrededor del set. Pero en realidad hace algo mejor: el espectador está viendo una suerte de documental o programa especial que nos permite ir al detrás de cámaras de Night Owls y complementa el programa con un detrás de cámaras.

Hay algo de morbo que contribuye a la efectividad de esta forma de contar la historia. El espectador tiene que sentir que está irrumpiendo, viendo algo que no puede o debe ver nadie más, comprendiendo aquello que los protagonistas no pueden comprender. Pero si algo permite sostener los detrás de cámaras y la película en general es la actuación de David Dastmalchian.

Dastmalchian, para variar, se entrega por completo al personaje, logrando transmitir tanto el carisma de un presentador de tv como el descenso a la locura de un hombre atrapado por sus propias ambiciones y tragedias personales. Aunque es sospechado por muchos, demuestra también, lo apto que está para ser un protagonista hecho y derecho. Otro punto alto es el personaje de Carmichael Haig, un ex-mago convertido a escéptico, el perfecto contrapeso para la suspensión de la realidad; es el ancla que revela para el espectador —tanto del show como de la película— los trucos bajo la manga de Delroy y quien, de alguna forma, lo empuja al caos final.

Me parece que el dúo de hermanos australianos, Cameron y Colin Hairnes (¿no es curioso que también fueran dos hermanos australianos quienes el año pasado hicieron una de las mejores películas de terror de 2023?) construyen bien la tensión hacia la posesión de Lily en el quinto segmento y su manejo de comedia/suspenso es magnífico. Es difícil despegar la atención de lo que nos muestran en pantalla.

Pero como con una comedia, importa el proceso pero sobre todo el cierre. Si algún problema tengo con Late Night With the Devil es eso: el cierre se siente apresurado y sacado de los pelos, un truco de magia, un golpe en la mesa: efectivo para algunos, abrupto para otros; pero sin duda una ruptura de ritmo que cierra el show y la película. ¿Qué pasó con la introducción que vimos al inicio? ¿qué pasa después con el protagonista? La película se hubiera beneficiado mucho de haber cerrado ambas dudas.

A diferencia de Talk to me (2023), Late Night With the Devil nunca se inclina por lo paranormal ni por el drama humano de su protagonista salvo por breves momentos; cuando más lo hace, mejor se lucen sus fortalezas y cuando no, surgen sus debilidades. Eso no debería ser impedimento para llamar a esta una película de terror sobresaliente y que pese a sus problemas de forma, en el fondo no desentona con un revival del terror más que interesante en los últimos años.


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