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Día de las redes sociales: ¿Cómo impactan en la salud mental de los niños y adolescentes?

Por: El Juguero | 30 - 06 - 2025

Cada vez más conectados, pero también más vulnerables: el uso excesivo de redes sociales entre menores de edad afecta su autoestima, su sueño y hasta su forma de relacionarse.

Cada 30 de junio, el mundo celebra el Día de las Redes Sociales. Y aunque estas plataformas son herramientas poderosas de comunicación y aprendizaje, también plantean nuevos desafíos para la salud mental de niñas, niños y adolescentes, sobre todo cuando su uso no está acompañado por una guía cercana y confiable.

En los últimos cinco años, el uso de internet en menores peruanos entre los 6 y 17 años ha crecido con fuerza, al pasar de 53.2 % en 2020 a 71 % al 2025, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), con un mayor uso en adolescentes (84 %). Además, de acuerdo con un estudio cuantitativo presentado por ConcorTV el año pasado, las plataformas más utilizadas por este grupo son YouTube (90%), WhatsApp (78%) y TikTok (72%). En ellas, al menos el 43 % de los menores no conoce personalmente a todos sus contactos y el 20 % interactúa con adultos que no son parte de su entorno familiar.  

“La conectividad trae desafíos importantes en el ámbito de los aprendizajes, emocional y social. Puede generar distracción y sobreexposición a estímulos ya que las plataformas compiten constantemente por su atención”, señala Víctor Vásquez, coordinador de bienestar y tutoría de Innova Schools.

Un estudio de Fundación Mapfre confirma esta preocupación. Casi tres de cada cuatro adolescentes peruanos pasan entre una y tres horas al día en redes sociales y uno de cada cinco se excede de las cuatro horas. El impacto físico y emocional es claro: el 53 % reduce su actividad física, el 49 % sufre problemas de sueño y el 36 % presenta dolores de cabeza o espalda. A nivel emocional, el 40 % se angustia cuando no está conectado, el 38 % se siente solo y uno de cada cuatro ha perdido amistades por el uso excesivo del celular.

Las redes también alteran la percepción de los jóvenes sobre sí mismos. La exposición constante a imágenes idealizadas puede distorsionar la imagen corporal y fomentar la necesidad de aprobación externa “Las amistades presenciales permiten aprender a resolver conflictos, reconocer emociones y construir confianza. En cambio, las relaciones en línea son más rápidas y superficiales y no siempre promueven habilidades socioemocionales sólidas”, advierte Vásquez.

El uso intensivo de redes sociales también se asocia a un mayor riesgo de sufrir situaciones como ciberacoso (21% ha sido víctima de amenazas y 4 % las ha realizado), grooming (12% recibió una invitación a salir por parte de un adulto), y sexting (el 11% afirma que sus amigos comparten imágenes íntimas). Las mujeres y los adolescentes entre 15 y 17 años son los más expuestos a estas situaciones.

¿Qué pueden hacer las familias frente a este panorama? Vásquez propone cuatro claves:

·        Cuidar el vínculo: Es importante abrir espacios de diálogo sin juzgar para que los menores puedan hablar sobre lo que ven, sienten o experimentan en redes, juegos o chats.

·        Establecer acuerdos claros y realistas sobre el uso de dispositivos: Definirhorarios, páginas permitidas, momentos sin pantalla y privacidad. “No se trata de espiar, sino de acompañar y enseñarles a proteger su información personal, reconocer señales de peligro y saber a quién acudir si se sienten incómodos o amenazados”, agrega el profesional.

·        Informarse como padres: Si bien muchos menores manejan mejor la tecnología que sus padres, se les debe acompañar para la gestión emocional. Por eso, los padres deben aprender sobre redes sociales, plataformas y juegos que usan sus hijos, para poder orientarlos con conocimiento.

·        Fomentar la autoestima y el pensamiento crítico es fundamental: Un menor que se siente valorado en casa, que sabe decir “no” y que ha aprendido a cuestionar lo que ve en línea, estará más preparado para enfrentar los riesgos digitales.

Cambios en el sueño, irritabilidad ante la desconexión o pérdida de interés en actividades habituales pueden ser señales de alarma. “Si el adolescente se aísla, evita conversar o se niega a compartir lo que hace en línea, podría estar desarrollando una dependencia emocional a las redes”, señala el experto de Innova Schools. En estos casos, sugiere actuar desde el cuidado, abrir espacios de conversación y, si es necesario, buscar ayuda profesional. También se puede llamar a la línea gratuita 113 opción 5 del Ministerio de Salud (Minsa).


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